
Relatos Maduras
La vida sexual tras el matrimonio puede volverse algo monótona y aburrida. Cuando ocurre eso las soluciones son claras: solucionarlo, dejarlo pasar o buscar otra manera de conseguir ese morbo que antes experimentabas.
Francisca es una mujer de 54 años casada y con dos hijos ya emancipados de casa. Francisca ya hace tiempo que no siente el morbo del sexo en su cuerpo, su marido ya no consigue excitarla lo que lo hacía antes.
Ella en un principio conseguía apaliar esa falta de sexo masturbándose pero llego el momento en el que esto le sabía a poco. Francisca decidió que era hora de empezar a utilizar las nuevas tecnologías y empezó a entrar a salas de Chat…
Comenzó a conocer gente, ha hablar con unos y con otros y veía que el hablar con esa gente la entretenía. Tras un mes de usar esas salas de conversaciones Francisca empezó a mantener conversaciones algo más calientes, sobre todo con un hombre que se escondía tras el nick de gato salvaje.
Una tarde gato salvaje la sugirió que se comprara una webcam y esa idea la atrajo bastante por lo que Francisca fue de inmediato a comprarla. Esa misma noche volvió a verse con él y quiso probarla. Francisca conecto su cámara, estaba vestida con un camisón transparente, se dejaban marcar sus pezones gracias a la ausencia de sujetador.
Francisca se estaba excitando, más aun cuando le dijo gato salvaje que se estaba empezando a tocar. Entonces ella sin mediar palabra empezó a acariciar sus pezones hasta ponerlos duros como piedras. Tras esto bajó su webcam poco a poco hasta dejar mostrar su tanga transparente a juego con el camisón.
Tenía el chocho rasuradito por lo que se dejaba marcar a través de aquel tanga transparente. Francisca comenzó a tocarse por encima del tanga pero vio que eso le sabía a poco ya que hacía mucho que no estaba tan caliente como en ese momento.
Se quitó el tanga y comenzó a tocarse poco a poco, no podía creer lo mojada que estaba, le estaba chorreando hasta la silla donde estaba sentada.
Francisca se empezó a tocar un pecho con una mano mientras con la otra se tocaba el coñito más y más rápido, no podía aguantar más, estaba retorciéndose intentando frenar el llegar al orgasmo pero no pudo más, le salió un gran gemido y tuvo un orgasmo.
Escuchó como su marido se levantaba y Francisca tuvo que apagar el ordenador, pero eso sí, esa noche durmió mejor que ninguna.
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